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miércoles, 11 de noviembre de 2015

Ébola (IV)

Lecciones para la salud global

La crisis del ébola ofrece lecciones ilustrativas para abordar algunos de los grandes retos de la salud global.
  • El desarrollo como interés mutuo: la reducción de las brechas de salud que separan a los países es un ejercicio de interés propio tanto como una obligación ética. La crisis del ébola demuestra hasta qué punto nuestros intereses están imbricados en un sistema de salud que es global. La incapacidad de las autoridades públicas nacionales y los países donantes para fortalecer adecuadamente las estructuras sanitarias y educativas de África occidental está en el origen de la epidemia del ébola. Podemos encontrar ejemplos similares en otros ámbitos prioritarios para los intereses de Europa, como la crisis de seguridad del Sahel y en la presión migratoria en la frontera sur.

  • Un sistema disfuncional de innovación y acceso a medicamentos: El desarrollo de tratamientos preventivos y paliativos contra el ébola plantea preguntas fundamentales sobre la equidad del modelo de I+D y la eficacia de los incentivos a la investigación. Los trabajos para el descubrimiento de la vacuna solo se han acelerado en los últimos meses, tras un período de abandono que comenzó en los años 80 y que ha terminado únicamente cuando los tratamientos tienen visos de ser relevantes para los países ricos o rentables para las compañías farmacéuticas privadas. Francis Collins, director del instituto de investigación público de referencia en los EEUU (NIH), declaró recientemente que la vacuna estaría disponible si no hubiese sido por los recortes presupuestarios que la investigación pública ha sufrido durante una década. ISGlobal ha conocido de primera mano estos fallos de mercado en otros casos como la malaria, el Chagas y la resistencia a antibióticos.
  • El papel de la cooperación al desarrollo: La respuesta a la crisis del ébola se ha convertido en escenario de la nueva diplomacia internacional. Pequeñas economías como Cuba y Dinamarca se han unido a los propios países africanos y a potencias como los EEUU y el Reino Unido para desplegar un ejercicio de responsabilidad compartida a través de la ayuda al desarrollo. En el siglo XXI la cooperación es una herramienta principal para ejercer influencia global, resolver problemas propios y construir el modo en el que una nación desea ser percibida.

El coste de la inacción

España es uno de los países que está pagando cara la incapacidad de la comunidad internacional para frenar la actual epidemia en origen. Desde que en agosto de 2014 llegase repatriado a nuestro país el primer religioso enfermo de ébola, España ha tratado ya tres casos confirmados (dos de los cuáles fallecieron) y varias decenas casos en observación por sospechas razonadas.



El riesgo de expansión de la epidemia de ébola levantó todas las alarmas y ha forzado a las administraciones públicas a tomar precauciones sanitarias sin precedentes. El coste total de estas operaciones nunca ha sido detallado por el Gobierno español, pero una estimación realizada por ISGlobal sobre la base de información suministrada por las autoridades y la consulta a expertos en gestión sanitaria sugiere que España podría haber comprometido ya en este esfuerzo algo más de 17 millones de euros, lo que supone casi 6 millones por cada paciente infectado que ha sido tratado en nuestro país.

Aunque estos números están por debajo del coste de atención en otros países (en EEUU, por ejemplo, se estima que el coste por paciente investigado o infectado dobla el de España), su volumen da una idea de la magnitud económica del problema al que habría que hacer frente si se extendiese la epidemia.

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