Diagnóstico directo de las enfermedades infecciosas

Para poder realizar un diagnóstico directo se exigen una serie de requisitos para recolectar una muestra adecuada según el tipo de infección sospechada, teniendo en cuenta el número adecuado de muestras (ya que una sola puede dar falsos negativos), recoger la muestra en el momento propicio y obtener dicha muestra mediante métodos adecuados.

Muestras gastrointestinales:

- Heces: se pueden examinar directamente y son útiles para el diagnóstico de la mayor parte de helmintos y protozoos. En un primer examen macroscópico se debe valorar la consistencia física de las heces (líquidas o formadas), la presencia de gusanos adultos y presencia de segmentos. Será en el examen microscópico donde con mayor precisión podremos observar presencia de larvas o huevos de helmintos, hematíes en ulceraciones y quistes de protozoos.

- Biopsia sigmoidal: se realiza un examen histológico.

Sangre:

La sangre que obtenemos de una muestra se puede procesar de diferentes formas aunque la más habitual es la tinción permanente sobre las propias muestras de sangre. Las tinciones más frecuentes son la de Giemsa y Wright.

Esputo:

Normalmente es suficiente con la visión salina de la muestra.  
Este tipo de muestra es necesario para detectar enfermedades como la tuberculosis.

Muestras urogenitales:

Se obtienen mediante examen directo del flujo vaginal o mediante la recogida de sedimento urinario.

Biopsia y aspirado de tejido:

Se utiliza el aspirado de médula ósea, hígado o bazo para diagnostico de enfermedades como la leshmaniasis visceral o el aspirado de úlceras cutáneas para la leshmaniasis cutánea. El raspado es otra de las técnicas utilizadas en diferentes zonas del cuerpo para obtener un diagnóstico. El raspado de músculo puede indicarnos patología de triquinosis o sarcocistosis, el de pulmón pneumocistosis y el de piel micosis, oncocercosis o leishmaniasis cutánea.